Solidaridad y redistribución
Seguramente estimado lector, usted se ha podido dar cuenta de cómo cada vez que se expande el poder de los políticos mediante la confiscación...
- T+
- T-
Axel Kaiser
Seguramente estimado lector, usted se ha podido dar cuenta de cómo cada vez que se expande el poder de los políticos mediante la confiscación y distribución de los frutos de su trabajo, se hace en nombre de la “solidaridad”.
El último “bono solidario” de alimentos del gobierno de Sebastián Piñera es un excelente ejemplo de la prostitución a la que ha sido sometido este concepto. Resulta que, como vienen elecciones, gobierno y oposición de pronto se tomaron de las manos y decidieron, por unanimidad, ser “solidarios” con el dinero ajeno. La medida es un paso más en la dirección de esa típica adicción redistributiva que, cual célula cancerosa, si no se contiene a tiempo, termina por liquidar el sistema democrático. Pues una vez que se instala la lógica de que para salir elegidos los politicos deben sobornar a sus pueblos con su propio dinero, ya no hay vuelta atrás.
De ahí en adelante, sobre la base de una moralina irreflexiva y argumentos emocionales primarios, la clase política defenderá la urgencia de proveer a diversos sectores de la sociedad en sus necesidades dando curso a una repartija cada vez más agresiva. Al mismo tiempo, como es de la esencia de la naturaleza humana alcanzar nuestros fines con el menor esfuerzo posible, los grupos beneficiados irán pidiendo cada vez más mientras otros grupos surgirán con nuevas peticiones. Y como en el mundo real los recursos son escasos y las necesidades ilimitadas, entonces llega un punto en que el sistema no da más y colapsa. (Véanse los estados de bienestar en Europa).
De este modo, los políticos destruyen la economía y el orden institucional, todo bajo la mascarada de la “solidaridad“. Si bien entre ellos algunos realmente creen que ser solidario consiste en arrebatarle por la fuerza a unos para entregarle a otros, lo cierto es que lo que todos buscan mediante la redistribución de riqueza es asegurar su propio poder. El caso de nuestro famoso bono de los alimentos lo ilustra bastante bien. Perfectamente podría haberse hecho algo más serio, estableciendo un IVA diferenciado de, por ejemplo, 7% para bienes de primera necesidad como es en Alemania. Pero claro, eso no sería “solidario“ porque, a pesar de aliviar mucho más los bolsillos de las personas de menos recursos que el bono propuesto, no implica quitarle a unos para entregarle a otros sino reducir el poder de los políticos, quienes contarían con menos dinero ajeno para gastar en su afán de salir reelectos. Peor aun, la gente no vería cómo se le pasa en la mano el dinero en una oficina pública con la foto del Presidente de la República colgando en la pared del funcionario que hace la entrega.
Lo interesante va a ser observar a esta misma clase política, cada vez más populista, mantener esta “solidaridad“ cuando se derrumbe el precio de los commodities y los ingresos fiscales se contraigan sustancialmente.
Porque no debemos engañarnos, nuestros políticos han podido darse el lujo de tanta irresponsabilidad redistributiva sólo porque nos hemos ganado el loto estos últimos años.